Descargue Carmesí

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Carmesí es un libro ilustrado de Microcuentos, disponible bajo licencia Creative Commons 4.0 (CC,BY) escrito por Jorge Urrea. Siéntase libre de Descargarlo y compartirlo

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viernes, 25 de septiembre de 2020

Todos contra Facebook

 ¿Son ustedes usuarios de una red social? ¿Quienes lo son, fueron obligados a darse de alta en ella? ¿Estando en ella se sienten presionados a publicar información que no quieren compartir?

No creo que nadie haya sido conminado a crear un perfil en redes sociales —excepto los gestores de redes que se dedican profesionalmente al asunto—. ¿Si no estamos obligados, entonces por qué usarlas para denigrar de ellas misas? Parece un asunto de lo políticamente correcto o de crítica ilustrada, como cuando se consideraba a una persona más inteligente por afirmar que la televisión era el origen de todos los males.

Este mes se puso en Netflix a disposición de los usuarios un documental que recogió las declaraciones de ex altos funcionarios —arrepentidos— de distintas famosas plataformas sociales. En la pieza audiovisual, los profesionales hablaron de sus experiencias en las compañías, de cómo los algoritmos nos manipulan para cambiar el mundo a su favor y el negocio que tienen montado con la atención que les damos o que nos quitan. Usan una frase que ilustra el concepto que le quieren dar a las redes sociales: “Solo hay dos industrias que llaman a sus clientes ‘usuarios’: drogas ilegales y software”. Lo curioso es que el documental llega a los ‘usuarios’ interesados en verlo a través de una plataforma que se vale de algoritmos para recomendar el contenido, según los gustos de cada uno. —Qué paradoja—.

En la racha de críticas que llueven contra las redes sociales y en particular contra Facebook, se produce la noticia de que la Corte de Justicia de la Unión Europea podría fallar en contra de la red social, impidiendo la transferencia de datos desde el bloque comunitario hacia los Estados Unidos. Eso, según una representante de Facebook, implicaría dejar de hacer multimillonarios negocios. “Las aplicaciones de la compañía ayudaron a generar ventas por valor de 208.000 millones de euros a 7.700 empresas de toda Europa”. Y adicionalmente dejó plantada la posibilidad de dejar de operar allí “no está claro cómo Facebook, en estas circunstancias, podría seguir proporcionando los servicios de Facebook e Instagram en la Unión Europea”. Una advertencia que, de llegarse a cumplir, afectaría no solo a adultos contemporáneos sociales, sino a muchas empresas que mueven sus productos a partir del sistema de relacionamiento que facilita la red.

A propósito de esto, se pregunta el académico de la comunicación Carlos Scolari —en su cuenta de Twitter— “Facebook juega al póker y amenaza con irse de Europa. Por mí, que se vaya, pero... ¿Dónde están las redes sociales alternativas diseñadas en la UE? ¿O deberemos migrar a WeChat?

La pregunta es pertinente para Colombia.

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Campaña permanente

Por estos días las redes sociales de la región muestran algunos políticos que, a menos de un año de su elección o nombramiento, ya están de nuevo en campaña. Se pueden ver publicaciones de fotografías de cartel, acciones de campo con la comunidad, videos retadores —al estilo de la función de defensa expuesta por Benoit— y frases bonitas pero vacías que acompañan los post. A eso le llaman los teóricos campaña permanente y dicen que convierte al gobierno en un instrumento diseñado para sostener la popularidad de un proyecto político. Es decir, para ‘vender’ un producto.

 

El estereotipo del personaje simpático, mediático y activista está más que ‘pintado’ y en vez de generar confianza siembra la duda de si tanta ‘zalamería’ lo que busca es ir allanado el terreno para las próximas elecciones; a las que aún les quedaría —en teoría— casi un año para arrancar la campaña.

 

Existen diferencias entre la comunicación electoral y la comunicación gubernamental. Mientras la primera, por cuenta de la personalización de la política —advertida por Sartori en los 80— se centra en la exaltación del candidato, del personaje, del individuo. La segunda debería enfocarse en las políticas públicas, en la rendición de cuentas y el dialogo con la ciudadanía. La comunicación de gobierno trasciende el márquetin para enfocarse en la gestión y la gestión incluye a la misma comunicación.

 

Usar los medios propios y establecer una correcta relación con la prensa, es tan solo el canal de difusión de estrategias que deben contemplar a la ciudadanía como parte de la ecuación, no solo como receptores pasivos. Esto, implica establecer mensajes claros y concretos que permitan comprender el rumbo de la gestión de manera anticipada y no esperar a que los hechos ocurran para explicarlos.

 

A través de las mismas plataformas usadas para la campaña permanente, la ciudadanía se comunica entre sí, participa activamente en los foros de los medios y de los periodistas independientes y se expresa sin tapujos. De tal manera que no hay posibilidad de impunidad, usar los recursos públicos o la ‘chapa’ para adelantarse a la campaña puede resultar en un efecto bumerang que evidencie las verdaderas intenciones y, a lo mejor, la falta de cumplimiento de las promesas y el desgaste de una imagen saturada.

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viernes, 11 de septiembre de 2020

Mirar hacia atrás

Mirar hacia atrás y examinar las raíces, la identidad, la cultura en su sentido amplio. Mirar hacia atrás y saber qué se debe preservar para las generaciones venideras. Mirar hacia atrás y reconocernos. Mirar hacia atrás en presente. De eso se trata el patrimonio cultural.

El próximo domingo se celebra el Día del Patrimonio Cultural en nuestro país, una fecha que invita a mirar hacia atrás en varios niveles: muy a lo lejos para valorar el legado y en corto para identificar cómo lo estamos haciendo. 

El arte, las tradiciones, la arquitectura, entre otros; son sujetos de ponderación patrimonial y adquieren esa dimensión cuando los ciudadanos los apropiamos y reconocemos. Por eso el día del patrimonio no es cuestión de unos cuantos expertos reunidos en conferencia o de eventos organizados por la administración pública —que escasean—. 

El próximo domingo se vale que, en familia, a lo mejor compartiendo una mazamorra —de maíz patrimonial— o un café      —del Paisaje Cultural Cafetero— se narren cuentos de la tradición oral. De esos que contaban los abuelos de brujas, duendes y espantos, se le explique a los más pequeños lo que ha significado el Willys y, con él, el yipao para nuestra cultura y desarrollo agrícola, y escuchemos algo de música andina colombiana para exaltar el sonido del tiple. Instrumento nacional que suena como un coro de ángeles y representa plenamente nuestra identidad regional.

Pero nuestro patrimonio es más que los ejemplos anteriores. Infortunadamente se encuentra en riesgo por desconocimiento, falta de conciencia, negligencia o falta de voluntad. 

Para la muestra… Enredados están los procesos de las estaciones del ferrocarril de Salento, Quimbaya y Armenia. Inversiones millonarias en estudios que no trascienden a las obras de restauración por falta de más recursos y en cambio se complican legalmente convirtiéndose en una ‘papa caliente’ que pasa de mano en mano porque ninguno se quiere quemar.

Cada año, por ley —excepto este—, se destinan recursos provenientes del Iva que paga la telefonía móvil a apoyar proyectos de patrimonio que son presentados por lo municipios y, en algunas oportunidades, ‘gestionados’ por organizaciones que solo buscan negocio con la realización de exposiciones de pendones de lona con fotografías de baja resolución y algunas piezas arqueológicas. Cuando no es la elaboración de listas representativas que carecen de rigor metodológico y que terminan archivadas, o peor, perdidas en computadores particulares. Sobre esto el consejo departamental de patrimonio ha tomado medidas, pero muchos alcaldes, sin saber bien de qué se trata, insisten en proyectos sin sentido.

Zapping: El lunes se conocieron los resultados de la convocatoria para la conformación de los consejos de áreas artísticas del departamento. Muchas quejas rondaron el proceso por las dificultades para participar como representantes y electores, lo que se vio reflejado en pobres votaciones. La gran mayoría fueron elegidos con un voto —el de ellos mismos—. ¿Son representativos esos resultados?

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miércoles, 9 de septiembre de 2020

Espectro de la serie Letra Muerta



Título:        Espectro

Autor:         Jorge Urrea

Técnica:       Fotografía dimensional impresa en papel 

Fotográfico metalizado y vinilo transparente.

Dimensiones:   32x32x11,5cm

Año:           2020

 

Oxigeno e imágenes

 Arriba en la montaña, el aire es más limpio, cala hondo en los pulmones pero se siente también en las sienes. Allá, arriba, en la montaña; las estrellas son más brillantes y la oscuridad más profunda, por eso los rayos de luz proyectados sobre la lona son limpios, claros e intensos. Como el aire de las montañas del Quindío.

 

Salento tiene ese espíritu que recorre sus calles inspirando a propios y visitantes, está lleno de creadores que le dan forma a la identidad del pueblo. Cafés de la mejor calidad, como el de Jesús Martín; fotógrafos destacados como Felipe Quintero o James Montealegre, artesanos virtuosos y —entre otros muchos personajes destacables— un soñador que ha conseguido, en un acto quijotesco, hacer crecer un festival que en 6 ediciones nos ha permitido ver buen cine, y que hoy según su director, se encuentra dentro de los cinco mejores de Colombia. Estamos hablando de Cine en las Montañas.

 

Juan Francisco Bautista inició este proyecto con un proceso de formación de públicos —del que no se ha desligado nunca—. Proyectaba las películas de las maletas del cine colombiano, que distribuyó el Ministerio de Cultura en los cineclubes del país. Cuenta que en ese entonces llegaban dos personas a las funciones, 6 años después, el trabajo ha dado frutos y el público se ha multiplicado llegando a aforos de 100 asistentes. 

 

Importantes directores y equipo creativo en general han pasado por las pocas, pero productivas y edificantes ediciones del festival. En la versión 2019 el cartel, casi completo, de los directores nacionales activos visitó Salento y habló de sus películas a los locales y visitantes, que llegan de muchos lugares del país e incluso del mundo.

 

La presente edición, que inició ayer, será virtual y tendrá 104 películas y 92 cortos de 20 países del mundo. Habrá 8 estrenos nacionales, muchas de ellas, películas que sólo se pueden ver en estos espacios porque no tuvieron sala o pasaron rápidamente. 

 

Antes de cada proyección habrá una conversación con los directores. Justamente el director homenajeado este año será Lisandro Duque, quien está ligado a estas tierras por su cercanía de origen y porque en Filandia rodó Milagro en Roma(1989). De Lisandro Duque se proyectarán 5 películas en total.

 

 

Cine en las Montañas es oxigeno para el arte del Quindío, como el que corre por las frías y acogedoras calles de Salento. Que sean muchos festivales más.

 

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El robo del sigo

Las historias de grandes robos, con planes meticulosos y milimétricos tienen un público ganado que las sigue en salas de cine y plataformas. Desde esa perspectiva El robo del siglo es un acierto de producción, también lo es como producto comercial.

Un poco más reposada la espuma sobre la serie colombiana, disponible en Netflix, que pone en escena el atraco al Banco de la República de Valledupar. Me atrevo a exponer algunas consideraciones 

—aclarando mi respeto por los productores y equipo técnico y creativo—. 

Creo que, desde una perspectiva de mercado, la serie fue inflada equiparándola con La casa de papel, lo que logró llamar la atención del público. Pero también, pudo generar alguna desilusión, aunque, estoy seguro de que estaba calculado —valga aclarar que no soy fan de la serie española—.

Siendo la historia buena, —y es que es casi calcada de los acontecimientos reales, luego, tiene con qué serlo— se queda corta en acciones y sorpresas, —por la misma razón de ser fiel a los hechos— no tiene giros, las subtramas son intrascendentes. Pudo ser una buena película, o en su defecto, una micro serie de 3 capítulos —cómo Sherlock—. Así, se hubiera lucido más. 

La serie cuenta con un gran trabajo de fotografía y de arte. Las locaciones fueron bien elegidas y logran una atmósfera calurosa y tensionante. La investigación, en cuanto a diseño de producción, es rigurosa; la escenografía, utilería y vestuario nos ponen en la época. 

El nivel actoral de los protagonistas es muy bueno. Mejor Tappan —el abogado)—y Benjumea —doña K— que Parra en esta ocasión —pero Parra es Parra—. No pude quitarme la figura de Víctor Mallarino como Mirando Zapata en El inútil al ver el personaje de Chayo, que es, en mi criterio, poco verosímil: negado pero líder. De los secundarios destacan Juan Sebastián Calero —el Sardino— y Waldo Urrego —Dragón—.

Figurar dentro de las series más vistas en Netflix es un logro que debe inflar el pecho de los creadores y por eso esta columna no pretende minimizar la obra audiovisual. Tan solo poner en perspectiva algunos elementos narrativos que no pasan inadvertidos pero que tampoco demeritan, de ningún modo, el gran trabajo realizado por Dynamo y su equipo.

Zapping: En el robo original, según la revista Semana, el cerebro detrás del golpe fue Benigno Suárez Rincón, alias Don Pacho, de quien dicen, ejercía como narcotraficante en Circasia, Quindío. Lugar donde fue capturado. Uno más para la lista de bandidos ‘ilustres’ ligados al departamento.

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