Todo lo que se haga en aras,
tanto en el contenido como en la forma,
en aras de mejorar al hombre,
yo creo que todo es político.
Silvio Rodríguez (1976)
Hoy, justo al final de la tarde, tendré la oportunidad de debatir con un grupo de ciudadanos en el espacio “La Nocturna Cultural” sobre la relación arte y política.
En el encuentro, mediado por el tic, revisaremos a la luz de algunos autores como, Rancière, Richard y Capasso la manera como el arte jamás es ajeno a la condición política del ser humano, manifestándose en algunas oportunidades como activista, en otras siendo contenido o concepto, también, planteando un punto de vista crítico frente al acontecer.
Además de las miradas académicas de la mencionada relación arte y política, asoma la necesaria contrastación con la experiencia empírica del arte y la cultura local y regional.
Decía Piedad Bonet, en una columna sobre este tema, que sería deseable que los gobernantes tuvieran suficiente bagaje cultural, sensibilidad con las diferentes artes y contaran “con un pensamiento forjado en la reflexión que proporcionan la filosofía y la historia”. Infortunadamente no es así, el fragor de la campaña lleva a los políticos, en la gran mayoría de los casos, a acercarse al arte como un proveedor de entretenimiento. En otras palabras, el arte es para algunos políticos en la época electoral, un instrumento vació; simple ruido que llama la atención para atraer a la audiencia de su discurso proselitista.
El problema es que conscientes de esa ‘necesidad’ de los candidatos y a sabiendas de su ceguera al arte, algunas veces temporal; desde la otra orilla existen “representantes del sector”, algunos de ellos artistas otros mercachifles, que se acomodan para servir de instrumento de barullo. Así, entre oleada y oleada electoral se repite la función.
Hay artistas que están creando y poco les interesa la alharaca de “sus representantes” oportunistas. Mismos que, aprovechando la aparente cercanía con los líderes, montan sainetes y les venden diatribas en contra de otros artistas en un festín caníbal. —Los políticos, a su vez, las incorporan a los discursos electorales sin mediar corroboración—. Eso deja ver la calidad humana y profesional de unos y otros.
El arte y la política están estrechamente ligados y esa relación no debe ser satanizada, al contrario, requiere ser promovida de manera sana, de tal manera que los diferentes actores del arte participen activamente del diseño de políticas públicas y sean veedores de la ejecución de los planes, programas y proyectos destinados al sector cultural. Reconociendo la gestión, pero también reclamándola cuando se identifique la demagogia —muy de moda en estos momentos—. De lo contrario los artistas serán solo los nuevos bufones del rey.
Zapping: ‘Para nada volvió el Alcalde’. Los que pedían que se pudiera defender desde su cargo ¿se esperaban que llegara a acomodar las fichas, así como indica la sección, La Guaca de este medio?, ¿Todavía queda alguna duda de que Sandra Paola Hurtado, nunca estuvo ausente, sino moviendo los hilos —de nailon para que no se vieran— mientras su pupilo la negaba?
La hueste fucsia, que no dejó de tener oxigeno por la estructurada estrategia de supervivencia que trazaron antes de entregar el poder, de nuevo se pone las botas para las elecciones venideras, que insólitamente parecen estarse adelantando. ¡Todos unos artistas de la política!
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