No ha pasado inadvertida la programación cultural de las fiestas aniversarias de Armenia. A pesar de las múltiples limitaciones que imponen las medidas de bioseguridad, el trabajo realizado por la Corporación de Cultura y Turismo con su diseño de eventos logró poner a disposición, no solo de los armenios, sino de los ciberespectadores en general, un abanico de actos culturales que, me atrevería a decir, logró mitigar la ausencia de la cultura en el espacio público.
La adversidad reta a la imaginación y usualmente los resultados de salir del área de confort, refrescan las actividades e impulsan a nuevas experiencias. En este caso la imposibilidad de realizar desfiles a lo largo y ancho de las vías de Armenia y eventos masivos, implicó la destinación de espacios como autoparques o terrazas, a donde, unos cuantos accedieron presencialmente, pero con total disponibilidad para todos en la red. Es decir, la cultura se adaptó a la nueva narrativa impuesta por la mediación de las Tic.
En las transmisiones, términos generales, se apreció un uso adecuado de los recursos técnicos, que se limitaron a mostrar los espectáculos de manera reposada —como debe ser—, con algunas excepciones de producciones despistadas que demostraron el desconocimiento del lenguaje audiovisual y los clásicos —y eternos— minutos sin audio en algunos de los espectáculos. Nada que no sea considerado gajes del oficio.
Concentrar las actividades —que sería pertinente nos cuenten, cómo fueron contratadas o si son resultados de concertación municipal— en la red, les entregó la oportunidad a los espectadores de contar con una variedad amplia de eventos, en una maratón vistosa y ecléctica de la cual se puede destacar la estructura narrativa y la puesta en escena, la reflexión de identidad del contenido de la mayoría de los productos culturales y el testimonio patrimonial en que se convierte el registro que queda de estas actividades, que ahora están en video de principio a fin —no se debe desperdiciar la oportunidad de catalogarlo y archivarlo como se debe, para la historia—.
Por otro lado, tener juntos los productos culturales permitió ver una panorámica del arte local, vale la pena preguntarse si se están haciendo nuevas reflexiones y creaciones alrededor de nuestra identidad, porque a pesar de que la calidad de muchos de los espectáculos, en términos de vestuario, utilería, e interpretación; se podría decir que va en crecimiento, algunos otros se han quedado en la repetición de la repetidera: los mismos muñecos, los mismos montajes, los mismos bailes. Si algo permitió esta coyuntura fue sacar a flote a los artistas que están creando y poner evidencia a los que poco se esfuerzan o viven del reciclaje artístico.
Zapping: Tenemos una orgullosa representación del teatro quindiano en un proceso de creación que convoca artistas del país y que es ganador de Iberescena. Se trata de Juliana Buitrago, integrante del grupo La Musaraña de La Tebaida, quien trabaja en el montaje ‘Ayni, trilogía de los días sin tiempo’, una puesta en escena que se proyecta como “una celebración a la memoria, un viaje por las contradicciones de ser originarios y colonizados”. Nada mejor para nuestra cultura que la circulación del conocimiento que ayuda al verdadero crecimiento del sector.
Nos vemos en la red (0)
No hay comentarios:
Publicar un comentario