El insuceso de los contratos directos en Corpocultura no debería ser achacado solamente a su directora —aunque sabemos que a los ojos de la justicia responde el representante legal y que finalmente es este quien toma la decisión— mucha responsabilidad tienen quienes han sostenido en múltiples ocasiones que la cultura goza de un régimen especial o que está cargada de “tecnicismos” en contratación. Afirmaciones sacadas de la manga y lanzadas a la ligera y que tan solo aportan en la siembra de dudas, pero que dan cero certezas.
Acostumbrados a que, otrora, sin más requisitos que la cédula recibían contratos, al templar las riendas a la vieja guardia de artistas y gestores, estos, airosos reclaman por la complejidad de los procesos, la burocracia y la exigencia. La presión se siente sobre los hombros de los que sí deben responder ante la justicia y las imprudencias ocurren.
Ahora, después de lo indeseable, se rasgan las vestiduras en redes sociales por uno o dos días y después… allá él o la encartada con su problema. Y dirán: Lo que sigue es exigir que nos pongan un nuevo director que podamos presionar —perdón— que nos escuche.
El sano equilibrio entre la veeduría ciudadana y la administración no debe traspasar las fronteras hasta la co-administración, es decir, asesorar, vigilar no significa presionar y mucho menos controlar; además no debería ser selectivo sino como la ley, ¡para todos! Una reconocida dama de la cultura afirmó, refiriéndose al deber del Consejo Departamental de Cultura “nosotros no le respiramos en la nuca a la Secretaría” —Eso depende de quien esté allí sentado‑.
No digo que el caso particular de Corpocultura en los últimos días es consecuencia única de la presión —sea cual fuere el origen de la misma— sino que esta aporta fuertemente a la toma de decisiones.
Los cargos públicos son un servicio que cada día se convierte más en un trabajo de alto riesgo, se peca por acción y por omisión y se está expuesto a toda clase de presiones y al desconocimiento de la gestión. Mi solidaridad con Dina Rodríguez, espero que pronto se pueda resolver su situación y mi repudio para quienes quieren funcionarios de bolsillo que aplauden cuando les conviene y señalan cuando no, los mismos que son ciegos a los verdaderos resultados en pro del bien común y prefieren seguir en el viejo modelo, en vez de exigir y participar en convocatorias públicas transparentes, dizque porque son muy complejas y “yo un soy artista no un burócrata”.
Nos vemos en la red (0)