A Ramón Salazar lo conocí a través de la pantalla y luego frente a frente en Telecafé. Fue un hombre carismático, disciplinado, talentoso, exigente y creativo. Siempre con ideas y proyectos, siempre con la mentalidad de hacer las cosas bien, siempre con un comentario simpático —a pesar de que era cascarrabias—.
Cuando llegué a Telecafé en mayo de 2006, Ramón dirigía y presentaba Buenos días Eje, junto a Lina Marín hacían una buena pareja en el set, Ramón con su telegenia y facilidad de palabra procuraba mantener temas actuales e interesantes para el público matutino. Lina con su destacado desempeño en cámara, versatilidad y simpatía le llevaba las chanzas y ambos se reían de la vida.
Un par de años después Ramón se retiró de Buenos días Eje y juntos nos sentamos a pensar en un programa, inspirado en otro que él ya había hecho muchos años atrás en el canal, así nació Ramón de mi Tierra. La idea era recorrer el Eje Cafetero contando las historias cotidianas, las de los personajes comunes, comer en la carretera y conversar con el cocinero, llegar al pueblo y entrevistar al artista local, hacer visible el paisaje de nuestra tierra, exaltar la identidad, hacerle honor a la promesa del canal: ser, Expresión de lo nuestro.
Ese, puede ser cualquier programa, pero Ramón lo hacia especial, por su sensibilidad a la cultura, porque podía comprender lo que sentían sus entrevistados, porque entendía la crónica audiovisual y la hacía visual —parece de Perogrullo, pero no lo es—. Él, personalmente se sentaba a hacer las citas para salir a rodar, peleaba —en todo el sentido de la palabra— por tener el mejor equipo de producción, escribía los libretos, buscaba la música —pero no de afán, no, lo hacía minuciosamente, de tal manera que apoyara la narrativa de sus historias— y se sentaba a editar. Hasta donde recuerdo, tenía la sana costumbre de estar junto al editor, no como muchos realizadores actuales que dejan las imágenes, graban los audios y se van.
La música andina colombiana perdió un embajador, grabó programas desde la mayoría de los municipios del Eje Cafetero e incluso produjo especiales de los eventos del folclor musical más importantes del país. Él era un puente entre el arte la pantalla chica.
Adiós Ramón, seguro en el camino encontrará chicharrón celestial y muchos personajes para completar la historia de su último viaje, el piloto de Ramón del Cielo.
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