Cuatro meses y catorce días estuvo acéfala la Corporación de Cultura y Turismo de Armenia. Cuatro meses son mucho tiempo y hablan de las prioridades del alcalde.
Por fin el pasado martes inició labores Diana María Giraldo, quien tiene la nada fácil tarea de ponerse al día y enfrentar el complejo momento por el que pasa Corpocultura. Una entidad que ha sido sometida al escrutinio de una parte de los artistas y cultores, de la prensa y los investigadores sociales, encontrando irregularidades de contratación y élites de contratistas. —Qué curioso, los que gritan en las calles en contra de las “transnacionales” son los mismos que han montado un pequeño monopolio, hasta ahora blindado, en la entidad que rige la cultura de Armenia—.
A boca llena han salido a decir algunos de los miembros de la que podríamos llamar rosca cultural cuyabra, que Armenia fue la única que tendió una mano a los artistas en época de pandemia, y a fe que así fue. Lo hizo con los recursos que le dejaron usar a Diana Rodríguez para ese menester, pero no con todo lo que pudieron haber puesto en convocatoria.
De acuerdo con el plan de desarrollo de Armenia, la cultura tiene varias fuentes de financiación: recursos propios de Corpocultura, Sistema General de Participación, espectáculos públicos, estampilla procultura y recursos propios del municipio. Según ese documento, para el cuatrienio hay un promedio anual de $2.549.299. De esa cifra, el valor proyectado de recursos propios de la alcaldía es de tan solo $118.000.000. Un aporte que depende —en su monto y posiblemente destinación— exclusivamente de la voluntad del alcalde.
En una conversación con el maestro James González, exsecretario departamental de cultura y experimentado gestor cultural, hicimos unas cuentas generales del dinero público que se mueve en la cultura del Quindío, el panorama fue el siguiente: para el año 2020, por ejemplo, el ministerio de Cultura asignó mediante convocatoria pública alrededor de $2.150 millones, de esos, cerca del 60 % se queda en Armenia, es decir $1.290 millones. Por otra parte, el departamento, por mandato de las tan mentadas ordenanzas, sacó a convocatoria alrededor de $900 millones de los cuales un aproximado de $720 millones quedaron en la capital. Mientras que la ciudad de Armenia históricamente ha sacado a convocatoria $270 millones en promedio. Para el caso particular de 2020, lo hizo con $300 millones de estampilla y alrededor de $100 millones por espectáculos públicos —solo por pandemia—. Eso corresponde al 16.31 % del presupuesto total de la corporación. Un porcentaje que no hace honor al objeto de la entidad: “Promover, conservar, fortalecer y prestar servicios para el desarrollo artístico, cultural y turístico de Armenia”. Un porcentaje que, en todo caso, no alcanza ni siquiera a igualar las bolsas concursables de la nación o el departamento.
¿Será que las élites de la cultura local, con estas cuentas, todavía piensan que Armenia le cumplió a todos?
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