En el año 1960 se llevó a cabo un hecho político y de comunicación que marcaría la historia de la democracia en el mundo.
Habían pasado 30 años desde que la televisión se encendió en los Estados Unidos y el medio de comunicación estaba llegando a la madurez en esa latitud. El 26 de septiembre se dieron cita en los estudios de la CBS, el Republicano Richard Nixon, quien fungía como vicepresidente del país y el Demócrata John F Kennedy. Juntos protagonizaron el primer debate presidencial televisado de la historia, que fue visto por 70 millones de estadounidenses.
El debate, que duró una hora, proclamó la victoria temprana de Kennedy debido al manejo que este hizo del lenguaje no verbal y la imagen; su traje oscuro contrastó con la escenografía y su actitud fresca y amable con la presencia mustia de Nixon, quien lucía cansado y desaliñado.
Según el investigador Rolan Cayrol, la televisión se constituyó en el medio de masas preferido por los votantes, creando los acontecimientos políticos más que reflejándolos. Así mismo el teórico de la ciencia política Giovanni Sartori, indicó que en la pantalla se ven personas, no programas ni partidos. Asignándole una amplio poder a la imagen en la política.
Dijo Nixon después de perder “confiad plenamente en vuestro productor de televisión, dejadle que os ponga maquillaje incluso si lo odiáis, que os diga como sentaros, cuales son vuestros mejores ángulos o qué hacer con vuestro cabello. A mí me desanima, detesto hacerlo, pero habiendo sido derrotado una vez por no hacerlo, nunca volví a cometer el mismo error.”
Probado el poder de la imagen en un medio masivo como la televisión, la evolución digital ha trasladado el mecanismo a la web. Múltiples plataformas informativas, instituciones educativas y gremios, han querido replicar el modelo, sin embargo hay varios factores que juegan en la valoración del éxito del mismo. Algunos propios de las narrativas, la tecnología usada y el conocimiento de los organizadores respecto a las audiencias. Incluso de las formas de producción.
Mientras en el debate Nixon Vs Kennedy la audiencia se concentraba en una sola pantalla —sumando 70 millones de televidentes- en las plataformas la audiencia se fragmenta, luego, hay que llegarle con contenidos segmentados.
Mientras en 1960 eran dos candidatos en un solo medio masivo. Hoy son una gran cantidad de aspirantes y muchos, pero muchos, organizadores de foros quienes quieren contar con la presencia de los políticos. Esto genera un gran desgaste en los candidatos puesto que implica la disposición de sus agendas para atender citas que suelen tener similar metodología y preguntas; para llegar una audiencia muy baja. En algunos de los foros de los realizados en el Quindío y transmitidos por las redes sociales he visto audiencias que no alzan los 200 usuarios conectados, de los cuales una parte importante serían de los equipos de trabajo de los mismos candidatos. Eso sin contar con que algunos organizadores no cuentan siquiera con las condiciones adecuadas para garantizar una producción técnica profesional —en términos de cámaras, iluminación, escenografía, etc.—
No es que no sean importantes los espacios de difusión dispuestos en la red, sino que el modelo de foros —ni quiera debates porque por la cantidad de asistentes es imposible debatir— no son el tipo de pieza de videopolítica adecuada para la web, o por lo menos, no debería haber un exceso como el que estamos observando, y que en mi criterio, responde más al interés de generar compromiso de los candidatos hacia los intereses de ciertos gremios e instituciones.
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