Ayer, en el marco del desfile de independencia en la ciudad de Armenia, se apreció un gran despliegue mediático del evento en las plataformas digitales. Al hacer un desplazamiento por Facebook proliferaban las imágenes transmitidas en vivo y en directo. Me decanté por la transmisión de La Crónica, sobria y mesurada, la seguí y aprecié de principio a fin.
El hecho mediático me hizo reflexionar sobre la evolución de los medios —masivos convencionales y de los digitales alternativos— todos, sin importar su naturaleza -sonoros, audiovisuales, escritos, multimediales— todos, se valen de la imagen en movimiento para complementar, o incluso para jalonar su propia narrativa.
Hasta este punto, todo bien. Guste o no, el video sigue siendo el rey, ¿pero qué tipo de video están transmitiendo los medios que originalmente no son audiovisuales? Esta discusión la había dado en otra columna refiriéndome a las producciones de los eventos culturales realizados en pandemia, y se puede poner en actualidad respecto al caso que nos ocupa.
El audiovisual, como su nombre lo indica, es la sumatoria de dos lenguajes, el sonoro y el de la imagen en movimiento, cada uno con sus reglas —que como en las ciencias sociales pueden ser rotas sin consecuencias relevantes—, pero, que para efectos de lo que pretende un lenguaje cumplen con la función de facilitar la comprensión general de la audiencia. Es decir, salvo que se quiera lo contrario en un ejercicio experimental, lo que busca es que los espectadores conecten, disfruten y entiendan perfectamente el mensaje.
La manera como se logra el objetivo antes expuesto es creando una estructura narrativa natural, partiendo de la pregunta ¿cómo vería esto yo si estuviera en ese lugar? Después, agregando valores adicionales que justifiquen el uso del medio, por ejemplo, los ojos no hacen zoom in —entendido como un acercamiento de la imagen a partir del movimiento interno de la óptica de la cámara— entonces un zoom para dar detalles de lo que sucede en el evento sería un adicional que atrae a la audiencia. En muchos casos para lograr esto se requiere una mínima estructura técnica audiovisual. —En un paralelo, un odontólogo necesita su instrumentación para trabajar—, pero, en algunos casos, la evolución de los medios ha llevado a reemplazar toda la infraestructura de producción: audio, video, transmisión; por un celular. Y bueno, es válido que se aprovechen los recursos de los que se dispone, pero entonces ayudaría mucho conocer y usar las alternativas que dan las aplicaciones que simulan equipos de producción en dispositivos móviles. Además, es clave el correcto uso narrativo del audiovisual. Volviendo a ¿cómo vería un espectador el evento? Seguramente —la gran mayoría de la audiencia— no lo haría como una polilla revoloteando de manera errática, sin embargo, algunas de las plataformas transmitieron el desfile del 20 de julio justamente así.
La diferencia entre un aficionado que quiere mostrar, desde su perspectiva, lo que está viviendo y un profesional de la comunicación, es que este último conoce los lenguajes, la narrativa del medio que usa y la importancia de respetar a la audiencia.
Zapping: María Jimena Duzán se prestó para lavarle la cara Sebastían Guanumen. Amplificó sus lágrimas de cocodrilo justificando la acción de correr la línea ética en la comunicación digital de Petro y a la periodista le pareció que estaba bien. Eso es relativismo informativo y es lo que, infortunadamente, nos espera.
Nos vemos en la red (0)