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sábado, 9 de marzo de 2024

IA y Video

 Suelo decirles a mis estudiantes de materias audiovisuales y sonoras que en mis clases no se vale utilizar expresiones como: páseme el ‘pitucho” o acomode el ‘coso ese. Nada de‘póngase el cosiaco’ o ‘mueva la cámara para allá’. El argot técnico de los medios no es pedantería, como muchos creen, es, en realidad, rigurosidad profesional y herramienta de precisión comunicativa.

 

La aparición de la inteligencia artificial generativa, a partir de lenguaje natural, ha creado la necesidad de apropiar, perfeccionar, ampliar y precisar el lenguaje técnico de los diferentes medios y sus narrativas, esto es, llamar las cosas por su nombre profesional, para que la IA pueda ejecutar las acciones de manera efectiva.

 

A los profesionales de la imagen, por lo menos a mí, nos causa algo de recelo ver cómo, con el surgimiento de las redes sociales audiovisuales o visuales en general, todo el mundo sabe y hace imágenes, mientras muchos llevamos años estudiando el tema, jóvenes ‘que apenas abrieron los ojos’ ya están haciendo videos, cortometrajes, fotos que lucen preciosas. ¡Claro que no está mal! Pero no deja de generar cuestionamientos profesionales. 

 

Con el tiempo, términos que otrora no conocían ni algunos practicantes del oficio, como time lapse,  iluminación práctica, rotoscopia, croma key o POV,solo por mencionar los más comunes; ahora son parte del argot de los nativos digitales. De nuevo, eso ¡está muy bien! Sin embargo, los códigos del lenguaje audiovisual no han sido profundizados aún por los generadores de contenido, debido a que los elementos que los componen suelen ser intuitivos e imitativos, es decir, se copian de las imágenes referenciales de los creadores, sin importar cómo se llama un movimiento, un desplazamiento de cámara o una acción dentro de la escena, simplemente se realiza y queda bien. Ni hablar ya del sentido conceptual del lenguaje audiovisual.

 

Pues bien, eso tiende a cambiar, porque con la aparición de la IA generativa audiovisual de Open AI, llamada Sora (cielo en japones) podría haber un punto de inflexión respecto al dominio de los códigos audiovisuales. (para aclarar el concepto de códigos está tomado de dos grandes teóricos de la imagen, Casetti y Di Chio, quienes describen, a partir de la descomposición de la imagen cinematográfica, los elementos que la crean: en lo visual, gráfico, sonoro y narrativo). 

 

Sora es una inteligencia artificial generativa de imagen en movimiento, que aún no está disponible al público, pero que, conforme a lo presentado por la compañía creadora, promete resultados que ya tienen temblando a la industria audiovisual. 

 

Sora, para la creación de sus productos audiovisuales, exigirá, entonces, la apropiación de los códigos audiovisuales de manera generalizada, porque la creación de  imágenes en movimiento de buena calidad dependerá de la manera como se redacten los caption (textos en los que se les dan las instrucciones a la IA, ya hice una columna al respecto). Y la precisión de las imágenes dependerá de lo detallada y técnica que sea la descripción de la escena a recrear. Así pues, el conocimiento del lenguaje audiovisual será determinante en la obtención de resultados destacados. Ahora… siempre se le puede pedir a otra IA que ayude con la redacción del caption. 

 

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Usted,él,nosotros, yo

 “Sin estudiantes no hay universidad” he escuchado, en tono airoso, decir a algunos representantes estudiantiles agitando las masas universitarias. Una afirmación que niega el origen mismo del concepto de universidad. Según Benedicto Chauqui, la palabra universitas fue creada probablemente por Cicerón, con el sentido de "totalidad"; deriva de universum, que significa "reunido en un todo". Un todo no puede ser una parte, lo que confiere igual valor a cada una de las variables que conforman el concepto universidad. Así pues, sin estudiantes o sin profesores o sin institución, no hay universidad.

 

Chauqui explica que el significado de universidad se da en dos sentidos: “universitas magistrorum et.scholarium, esto es, la comunidad de maestros y alumnos; después, la universitas litterarum, es decir, la institución en que se reunía en un todo el saber. Conformado un triángulo equilátero. 

 

De tal manera que la universidad tiene su origen en el deseo (de los estudiantes) por aprender y la voluntad (de los profesores) de enseñar. En esa sinergia se da una de las premisas de Paulo Freire: “Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.” Y que redunda en su otra máxima: “Nadie educa a nadie —nadie se educa a si mismo—, los hombres se educan entre si con la mediación del mundo”. Así las cosas, solo los estudiantes no hacen universidad, como solo los profesores tampoco. 

 

Para ilustrar cómo se concibe la fórmula de la universidad demos un salto al siglo XIX ,tiempo en el que se produce un cambio en el modelo educativo, Napoleón (de moda por estos días por la película de Ridley Scott)crea la Universidad Imperial “Era ésta una corporación estatal y centralizada, con sedes en las provincias y que asumió la dirección de toda la enseñanza, universitaria y escolar, bajo el principio doctrinario de que la función de enseñar las nociones que forman al ciudadano es un privilegio del Estado.” (Chauqui,2002). Esta universidad se enfocó en la formación de ciudadanos, en todo el concepto de la palabra, útiles para la sociedad. Casi a la par se propone otro modelo, el de la Universidad Humboldtiana, centrada en la investigación científica y en la inclusión de los hallazgos de las investigaciones en el proceso educativo. Esto se condice con la postura de Freire quien indica que: “No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza”. 

 

Estas propuestas de universidad han evolucionado y sobre todo han adquirido personalidad según el contexto donde se desarrollan. La Universidad ha experimentado una evolución marcada por tensiones entre educación liberal y especialización. La U moderna debe equilibrar docencia, investigación, extensión, para formar profesionales éticos y líderes adaptados a un futuro incierto. Su papel clave es generar conocimiento y preparar ciudadanos, pero la adaptación constante a las necesidades cambiantes es esencial para garantizar su relevancia y continuidad.

 

La Universidad es usted,él,nosotros,yo; porque, como afirma Pétriz y Rubiralta (2017), “sin la relación profesor-alumno, la Universidad deja de serlo, pero sin la creación de nuevos conocimientos a través de la investigación, no es Universidad”. Lo demás es populismo universitario.

 

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