Descargue Carmesí

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Carmesí es un libro ilustrado de Microcuentos, disponible bajo licencia Creative Commons 4.0 (CC,BY) escrito por Jorge Urrea. Siéntase libre de Descargarlo y compartirlo

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Común-mente Episodio 1 - Temporada 1

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viernes, 28 de febrero de 2025

Metáfora Cinética

 


La estructura de la rueda se erige como un símbolo de la constante oscilación entre lo efímero y lo perdurable. Sus líneas convergentes, captadas desde un ángulo ascendente, evocan una sensación de infinitud, sugiriendo la paradoja de un movimiento detenido en el tiempo. La iluminación tricolor impregna la imagen de una dualidad entre artificio y emoción, donde la luz se convierte en un lenguaje cromático que dialoga con la nocturnidad del fondo, generando un contraste entre la materialidad del metal y la intangibilidad de la oscuridad.

El punto de vista oblicuo acentúa la monumentalidad de la estructura, transformando lo cotidiano en una construcción visual casi onírica. La composición, marcada por una tensión entre simetría y desequilibrio, refleja la inestabilidad inherente a la percepción humana: lo que parece fijo en el espacio está destinado al giro incesante. Esta imagen no es solo una captura de un objeto, sino una evocación del tiempo atrapado en una geometría lumínica, donde cada rayo de luz es un vestigio de energía proyectada hacia el vacío de la noche.

De su propia medicina I

 El campo de batalla en las elecciones que se avecinan en Colombia está cambiando de terreno. La cultura, que otrora fuera arma casi exclusiva de la izquierda, comienza a verse como una alternativa para la derecha. Este fenómeno no es nuevo, pero en la coyuntura actual adquiere una relevancia particular: la contienda política ya no se limita al ámbito electoral tradicional, sino que se traslada al espacio de la producción simbólica, a la disputa por la hegemonía cultural. Para entender esta transformación, es fundamental volver a Antonio Gramsci, el teórico marxista italiano que desarrolló el concepto de hegemonía cultural, piedra angular de lo que hoy conocemos como "batalla cultural".

 

Gramsci sostuvo que el poder no se mantiene solo a través de la coerción, sino mediante la construcción de un consenso social que naturaliza ciertas ideas y valores. En sus Cuadernos de la cárcel, Gramsci argumenta que la hegemonía no es simplemente el dominio político o económico, sino el control de la cultura y el sentido común de la sociedad -si eso es así, ¿Quiénes mantienen la hegemonía en este momento? 

 

Para la izquierda gramsciana, la lucha política debía trascender las instituciones y penetrar en la esfera de la cultura, los medios de comunicación y la educación, estableciendo un marco de valores que hiciera innecesario el uso de la fuerza.

 

Durante décadas, este enfoque fue adoptado principalmente por movimientos progresistas que instrumentalizaron la cultura como un ‘vehículo para el cambio social’. Sin embargo, en los últimos años, sectores de la derecha han comenzado a apropiarse de esta estrategia, impulsando una contraofensiva ideológica que busca desmontar el predominio progresista en la academia, el arte y los medios de comunicación. Como muestra el caso argentino analizado por Ezequiel Saferstein y Pablo Stefanoni, las nuevas derechas han encontrado en la industria editorial y en las redes sociales un espacio clave para su intervención en la esfera pública, desarrollando una narrativa que se presenta como "antisistema" y "políticamente incorrecta. En otras palabras, se les da un poco de su propia medicina a los progres.

 

Este panorama nos lleva a preguntarnos cómo se manifestará la batalla cultural en Colombia en el contexto electoral que comienza anticipadamente. Si en el pasado el arte, la música y la producción audiovisual fueron aliados naturales de las causas de izquierda, hoy vemos cómo sectores de derecha buscan disputar ese terreno, apropiando una estética y un discurso de rebeldía contra lo que denominan "marxismo cultural" o "dictadura de lo políticamente correcto" -más de su propia medicina-.

 

En la próxima columna abordaré precisamente este fenómeno: el uso del arte y la cultura en la campaña electoral colombiana. En un país donde política ,música,cine y grafiti, se constituyen en vehículos simbólicos, ¿quién logrará imponerse en esta nueva disputa? 

 

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Con la plata de la Tv

 El escándalo del "Concierto de la Esperanza" ha puesto en evidencia un problema estructural en la administración de los recursos de la televisión pública en Colombia, apropósito de que ‘cogieron’ los canales de centrales de medios e intermediarios logísticos. En un país donde la producción audiovisual recibe presupuestos ajustados, el Gobierno decidió gastar cerca de 4.000 millones de pesos en un evento de un solo día, disfrazado de iniciativa cultural, pero que en realidad parece un acto de propaganda política financiado con recursos de todos los colombianos.

 

El dato que más ha indignado es la desproporción en la asignación de los recursos: mientras el artista internacional Residente hubiera recibido más de 2.185 millones de pesos por su presentación, los artistas nacionales apenas habrían sido contemplados con un presupuesto irrisorio, menor al 4% de lo que se pagaría por el puertorriqueño. 

 

Este desprecio por el talento local no solo es indignante, sino que también refuerza la idea de que en Colombia la cultura solo es relevante cuando sirve a intereses políticos.

La televisión pública tiene una razón de ser clara en el presupuesto nacional: debe garantizar la difusión de contenidos educativos, culturales y periodísticos que refuercen la identidad y el debate público. Sin embargo, RTVC y su gerente, Hollman Morris, han optado por financiar eventos de alto costo, que no tienen relación alguna con la producción audiovisual, con la plata de la tv. 

 

En varios espacios mediáticos Morris salió a argumentar que ese dinero no se podía destinar para cubrir las necesidades del pueblo colombiano como salud, educación, etc, puesto que tiene destinación específica -argumento que comparto- sin embargo. Tampoco debería malgastarse en un evento que proporciona contenido para las pantallas y canales de RTVC por unas horas y nada más. Esto demuestra también desprecio por una industria que clama por recursos para ejecutar sus historias. ¿Cuántas series, documentales y programas unitarios se pueden hacer con casi 4 mil millones de pesos? Contenido que puede ser reemitido y compartido con otros canales de la televisión pública regional y que, como si fuera poco, podría ayudar a crecer las casas productoras audiovisuales nacionales y no a un mega empresario de eventos.  

 

No sorprende, entonces, que Residente haya decidido cancelar su presentación, declarando que no tenía suficiente información sobre el evento y que el dinero podría utilizarse para apoyar a los artistas colombianos.

 

Más allá del derroche, este episodio evidencia una estrategia politiquera y manipuladora de la cultura para fines ideológicos. La selección de Residente, un artista con posiciones alineadas con el Gobierno, y la defensa del evento por parte de Morris, quien acusó de "fascistas" a quienes criticaron el gasto, dejan claro que este concierto no es un simple evento cultural, sino un mitin disfrazado de espectáculo gratuito.

 

El mensaje detrás de esta decisión es claro: la televisión pública en Colombia no está al servicio del público, sino de la conveniencia política del Gobierno.

 

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martes, 4 de febrero de 2025

IA y actuación

 Hank Azaria, reconocido y talentoso actor de voz, quien personifica a Moe y al Jefe Gorgory en Los Simpson, recién publicó una columna en el New York Times titulada “¿Pueden los personajes tomar vida sin personas?”. En esta columna, Azaria reflexiona sobre la capacidad de la inteligencia artificial para recrear voces, para lo cual se vale de su experiencia personal en "Los Simpsons" durante casi cuatro décadas.

 

Azaria, en su columna, expresa tristeza ante la posibilidad de que la IA pueda replicar lasmás de 100 voces creadas en su carrera profesionalSegún el artista, una voz es más que solo un sonido; es la manifestación de la humanidad, un componente esencial que involucra tanto el cuerpo como el alma para lograr una interpretación creíble. También argumenta que la actuación de voz no se limita a simplemente hablar, sino que requiere un compromiso físico y emocional profundo. Los actores de doblaje realizan acciones físicas, como correr o llorar, para meterse en el personaje, e incluso utilizan objetos que les ayuden a conectar con la realidad de la escena. ¿Puede la IA generativa hacer esto?

 

Un aspecto clave que destaca Azaria es la importancia de la improvisación en el doblaje. Las interrupciones y el intercambio natural en el diálogo son difíciles de replicar por una computadora, ya que son fruto de la interacción humana y la espontaneidad del momento.Quienes doblan voces para América Latina, además, aportan a sus personajes elementos que permiten conectar con la idiosincrasia del público. Famosa es la anécdota de Eugenio Derbez caracterizando a Burro en Shrek y modificando, de fondo, el guion para cambiar los gags acorde a nuestra cultura.  

 

 

Por su parte, Azaria explica que sus personajes han sido creados a partir de imitaciones de celebridades, amigos y familiares, a veces con modificaciones que dan como resultado una voz única. Por ejemplo, la voz de Moe surge de añadir grava a una imitación de Al Pacino, mientras que la del Jefe Gorgory es una imitación de Mel Blanc imitando a Edward G. Robinson. También menciona que la voz de Agador en "The Birdcage" no solo se basó en la voz de su abuela, sino también en su mentalidad y afecto.

La columna plantea una pregunta clave: ¿será una voz generada por IA capaz de transmitir la misma emoción y credibilidad que una actuación humana? Azaria duda que la IA pueda capturar la esencia de sus personajes, ya que la falta de humanidad podría ser notoria. Sin embargo, se pregunta si la audiencia notará la diferencia, especialmente en un mundo distraído. Aunque reconoce que la IA podría producir múltiples tomas, duda que pueda comprender el ritmo cómico o lo que es gracioso. A pesar de su preocupación por su propio trabajo, ya que la tecnología avanza rápidamente, también contempla un posible beneficio de la IA, como la recreación de voces de actores fallecidos, como Mel Blanc. Sin embargo, subraya que se necesitaría a alguien con un conocimiento profundo del personaje para dirigir a la IA.

 

La premisa es clara: adaptarse o desaparecer.

 

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Propaganda con piel de pluralismo

 En América Latina, la comunicación alternativa ha sido históricamente una herramienta para amplificar voces marginadas. Sin embargo, cuando los gobiernos intervienen para moldear esos relatos, la narrativa deja de ser diversa y se convierte en propaganda. Ejemplo de ello son los recientes encuentros internacionales organizados por los gobiernos de Venezuela y Colombia, eventos que, lejos de promover el pluralismo, parecen estar diseñados para consolidar estrategias de control mediático con financiamiento público.

 

Por un lado, el gobierno de Nicolás Maduro organizó el Gran Festival Mundial Antifascista en Venezuela, con la participación de más de 2.000 delegados internacionales. La vicepresidenta Delcy Rodríguez lo describió como un esfuerzo para fortalecer la lucha contra la guerra cognitiva de los medios hegemónicos. Pero la verdadera intención detrás de este festival, pagado con la plata de los venezolanos, es consolidar un bloque mediático que impulse su discurso político y brinde legitimidad a un régimen cuestionado por violaciones de derechos humanos.

 

Previamente, en Colombia, el presidente Gustavo Petro y su administración ‘botaron la casa por la ventana’ para alinear a medios alternativos con su visión política. A través de eventos como "Uniendo Voces", realizado en Armenia, el gobierno ha canalizado más de 3.000 millones de pesos para consolidar un ecosistema mediático favorable a su gestión, eso sin contar con el uso abusivo de los medios públicos como caja de resonancia y de desinformación petrista. -Ahora que Petro se compara con los personajes garciamarquianos, era Crónica de una muerte anunciada-

 

La estrategia, que en apariencia es un apoyo al periodismo comunitario, se convierte en una forma de influencia estatal que busca posicionar una narrativa oficialista frente a los medios tradicionales.

 

Ambos casos evidencian un patrón común: el uso de dinero público para movilizar influencers y activistas que posan de informadores, para construir redes de comunicación leales, disfrazadas de independencia. No es casualidad que estas iniciativas se den en paralelo y con invitados internacionales como el fanático ‘progresista’ exdirigente de Podemos de España, Juan Carlos Monedero. Se trata de una estrategia orquestada para influir en la opinión pública más allá de sus fronteras, generando un efecto de validación mutua entre gobiernos afines.

 

La inmisión de los influencers en la política ha sido un factor clave en la expansión de estos discursos. En Argentina, por ejemplo, creadores de contenido han sido señalados por recibir financiamiento del gobierno venezolano para difundir propaganda, lo que incluso podría acarrear consecuencias legales, según varios analistas de ese país. En Colombia, las ‘bodegas’ –como se les llama a estas hordas de influencers prepagos- también juegan un papel crucial en esta estrategia al promover el relato oficialista en plataformas digitales, para lo cual el gobierno destina recursos significativos en entidades del Estado. Muchos de estos influenciadores no tienen título profesional, pero sí un abultado número de seguidores.

 

Esta instrumentalización de la comunicación representa un problema serio para la democracia. Lejos de fomentar el pluralismo, estas acciones general ruido y, como sabemos los comunicadores, el ruido es una interferencia que distorsiona el mensaje y confunde a la sociedad. En democracia, ese ruido no es casual: se usa para desviar la atención, sembrar caos y desconfianza, además de fragmentar el debate público.

 

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No más ‘woke’.

 El término woke se ha hecho sonoro de manera especial en los últimos días. Lo que comenzó como una expresión nacida en la comunidad afroestadounidense para describir la conciencia ante las injusticias raciales y sociales, ha sido transformado y desvirtuado, pasando de ser un símbolo de empoderamiento a una herramienta de polarización y control ideológico.

 

En su origen, woke representaba un estado de alerta frente a la opresión. Desde la canción "Scottsboro Boys" de Lead Belly en 1938 hasta su popularización en el movimiento Black Lives Matter, el término fue un llamado a despertar frente a la desigualdad. Sin embargo, como suele suceder con los conceptos que alcanzan una visibilidad masiva, su significado evolucionó y se distorsionó con el tiempo. En la actualidad, woke es tanto una insignia para ciertos sectores como un blanco de crítica para otros. Su uso ya no solo denota conciencia social, sino que se ha convertido en un arma arrojadiza en las guerras culturales contemporáneas.

 

El fenómeno, en mi criterio, debido a la saturación y abuso del concepto, ha desatado una corriente de opositores que crece como bola de nieve. Elon Musk, por ejemplo, lo ha catalogado como un "virus", argumentando que su proliferación sofoca el pensamiento crítico y la diversidad de ideas. Por su parte, Donald Trump ha centrado mucha de su narrativa política en atacar lo que denomina la "dictadura woke", vinculándola a políticas que, según él, erosionan los valores tradicionales. La aireada voz de Trump no es aislada; avizora un cambio en la agenda cultural que se puede imponer allende a las fronteras norteamericanas.

 

Las grandes corporaciones, por ejemplo, han respondido a esta polarización. Disney, tras años de promover una agenda inclusiva,mejor dicho ‘woke’ –incluso muchas veces forzando las producciones- ha optado por volver a un enfoque neutral para reconectar con su público mayoritario. Mientras tanto, Meta, bajo el liderazgo de Mark Zuckerberg, ha relajado sus políticas de moderación en temas de discurso de odio y diversidad, distanciándose de su postura anterior de defensa explícita del progresismo. 

 

Lo preocupante del woke radica en su instrumentalización como herramienta de control. Lo que alguna vez fue un grito de resistencia se ha utilizado para imponer agendas, juzgar a quienes piensan distinto y sofocar el debate abierto. Este fenómeno no solo afecta a las instituciones políticas y empresariales, sino que permea en la vida cotidiana, imponiendouna narrativa que no admite matices ni disidencias. En su afán por visibilizar ciertas causas, termina limitando otras, cayendo en la misma intolerancia que supuestamente combate.

 

Si bien es necesario mantener la conciencia frente a las desigualdades, la manera en que el woke se ha convertido en un campo de batalla ideológico puede llegar socavar los principios democráticos. 

 

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Bulos presidenciales

 La reciente polémica en torno a una fotografía del presidente Gustavo Petro junto a una menor de edad, quien porta un arma de fuego, ha puesto en evidencia dos grandes realidades de nuestra era: el poder de las herramientas digitales para manipular imágenes y el riesgo de que figuras públicas usen estos recursos para confundir en lugar de aclarar.

 

En el intento por desmentir la fotografía, el presidente compartió en redes sociales una versión alterada de la imagen original -sería ingenuo pensar que Petro fue asaltado en su buena fe, toda vez que él fue protagonista del instante-

Según un análisis de La Silla Vacía y Bellingcatla imagen compartida por Petro fue manipulada utilizando herramientas de inteligencia artificial como el relleno generativo de PhotoshopLa manipulación es evidente en detalles como las sombras inconsistentes y las deformidades en la posición de las manos, además de errores en el logo, del eme,estampado en la camiseta.

 

Sin embargo, lo más preocupante es la estrategia de comunicación detrás de esta acción. Al compartir una imagen manipulada para “desmentir” algo, el presidente no solo valida el uso de desinformación como herramienta política, sino que refuerza el ciclo de desconfianza que permea nuestra sociedad. 

 

Continuamente se leen pronunciamientos del mandatario denunciando noticias falsas, como cuando dijo “El mundo de la fake news” citando la información del diario El Espectador que indicaba “Los expresidentes Santos, Uribe y Duque condenan detención de María Corina Machado en Venezuela”, irónicamente, Petro es un compulsivo distribuidor de cuanto bulo llega a su línea de tiempo de Twitter.

 

Si bien la fotografía original -en la que está Petro con la menor empuñando una metralleta, conforme a la Silla Vacía, no ha sido plenamente autenticada por falta de acceso a negativos o copias físicas, la consistencia técnica de copia digital sugiere que no presenta manipulación alguna.

 

La inteligencia artificial, en este caso, no fue un simple recurso de edición -burdamente usado, lo que lleva a pensar que el creador desestimó el alcance- sino un actor clave en la creación de una narrativa que busca confundir a los seguidores del presidente, quienesparecen llevar puestas unas anteojeras políticas, mirando solo hacia donde su líder les indica, atrapados en un seguidismo que les impide cuestionar o reflexionar más allá de la narrativa oficial

Este caso ilustra cómo para el presidente no se trata de combatir los bulos, sino de combatir los que no le favorecen a su posición ideológica.

 

Como sociedad nos urge formarnos en el consumo crítico de información para no caer en el engaño de quienes, sin miramientos, se valen de las posibilidades digitales para inyectar sus ideas.

 

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